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T5 - Espacios públicos contemporáneos

  • Foto del escritor: Magdalena Ruiz
    Magdalena Ruiz
  • 5 ene 2016
  • 12 Min. de lectura

El espacio público es determinante no solo en la imagen de la ciudad sino también en la actividad y movilidad de sus ocupantes, sean moradores o estén de paso. La ciudad de hoy en día y los espacios públicos contemporáneos han evolucionado de la movilidad clásica, definida frecuentemente por calles y parques, al espacio urbano difuso donde la integración con la naturaleza es uno de sus valores más visible. Se describe esta evolución y se destacan y enuncian, a juicio del autor, las diez cualidades básicas del espacio urbano difuso contemporáneo. Estas cualidades cardinales, obtenidas de estudios posteriores a la Tesis Doctoral “La ciudad como un diagrama de lugares públicos” (J. Barnada, 2003), son el resultado de investigaciones basadas en la observación directa y el análisis comparativo entre los modelos teóricos y la realidad de la ciudad contemporánea.1

Palabras clave: Urbanismo, espacio público, espacio urbano, movilidad.

INTRODUCCIÓN:

La movilidad en los espacios urbanos implica que los lugares públicos sirvan para moverse, desplazase y realizar itinerarios sobre los tejidos de la ciudad. Esta cualidad es intrínseca a su carácter, pero el mundo contemporáneo demanda más funciones a estos espacios.

Los espacios públicos constituyen la imagen de la ciudad, aquello que se recuerda, lo que ayuda al hombre a reconocer el territorio urbano y el paisaje de la ciudad. Es posible que uno de los mejores recuerdos que puede ofrecer Barcelona sean sus calles, en especial en el área central. Las calles del Ensanche devienen el paradigma urbano de la ciudad. Su sección, donde la mitad se dedica a los peatones y la otra mitad al tránsito, es un aporte a la vida contemporánea, tal como lo es su extensión, la longitud que las hace ser ejes perpendiculares y paralelos que llevan del mar a la montaña o que permiten pasear a todo su extensión.

Las ciudades son espacios muy complejos y difíciles de leer, y cada día se hace más costoso conocerlas con precisión, y en este sentido Barcelona no es una excepción. Los especialistas en la materia que utilizan frecuentemente planos y fotografías, hacen que la medida y la diversidad hagan dudar de la globalidad. Como una solución se simplifican y abordan las ciudades conociendo sus sistemas parciales, como puede ser la vialidad. Se han de buscar las cuestiones esenciales de los tejidos urbanos con la finalidad de leer el diagrama de la ciudad.

La forma de Barcelona

Acorde con la reflexión anterior, se ha afirmado sobre la forma urbana de Barcelona, que:

Una calle paralela al mar y tangente al Casco Antiguo es uno de los ejes centrales, perpendicularmente a este, en sentido mar montaña, una segunda vía, dibujando una cruz, la ciudad. El modelo está claro, un sistema clásico como el romano con un cardus2 y un decumanus.3Después se traza una primera diagonal, que además es un meridiano (el de París), y que tiene una doble función: salida en dirección norte hacia el valle del río Besos y fijación geográfica de la ciudad. Desde el punto donde el meridiano se encuentra con el primer eje paralelo en el mar, otra diagonal se lleva hasta el otro valle y salida natural de la ciudad que es el río Llobregat. Esta también representa el gran eje de desagüe urbano, otra vez una doble función. Este diagrama de gran simplicidad se complementa con las trazas del mar, montañas y ríos, configurando claramente una estructura urbana atrapada, trabada, en la geografía del territorio. Después una retícula interior completa que da precisión al área de l’Eixample, y este vuelve a ser un sistema menor en comparación con la escala de los barrios. Donde evidentemente hay una adaptación a necesidades funcionales, tensiones urbanas, reconocimiento de hechos específicos… que conlleva pequeñas irregularidades del modelo teórico, pero que en ningún caso lo desvirtúa sino que muestra su fortaleza y versatilidad…

Esta breve interpretación muestra cómo a través de la descripción de algunas calles se es capaz de describir y comprender un poco mejor la ciudad y para hacerlo se han utilizado conocimientos intuitivos de gramática. El desarrollo urbano de Barcelona no ha propiciado una ciudad con grandes espacios públicos urbanizados. Ante esta situación se han ido modificando positivamente aquellos lugares de relación más directa como son las calles en unas locaciones mucho más complejas del que a priori supone su capacidad. Se encuentra con una ciudad hecha básicamente a través de calles ya que en ella no hay grandes espacios libres. La historia y la forma de la ciudad han seleccionado los lugares de relación preferente y estos han sido las calles. Por eso, hoy en día, estos espacios son mucho más complejos de lo que puede ser un simple lugar dedicado a la movilidad y devienen auténticos espacios democráticos.

Leyendo la ciudad

Posiblemente, en el momento de proyectar, en el momento de analizar, en el momento de conocer no es necesario inventar, solo es necesario saber leer los espacios públicos. Tal vez eso se pueda comenzar a hacer abordando el análisis de los lugares a través de su toponimia. Tomando nuevamente Barcelona como ejemplo, se encuentra más de treinta denominaciones que definen las calles con sinónimos de la palabra “calle” (calle, avenida, paseo, carretera, camino, paso, vía, travesía…), o que califican el lugar con un adjetivo (calle mayor, gran vía, camino del medio, carretera alta, paseo marítimo…), o que tiene como propósito comprenderlas a través de una descripción geográfica (rambla, diagonal, travesera, torrente, bajada…), o que se describen con piezas arquitectónicas (portal, túnel, muelle, ronda…).

Pensar el lugar público de hoy como un espacio único de movimientos y relaciones es un error común. La ciudad no ha de devenir solamente en un lugar de conectividad, aunque evidentemente de ella depende en gran parte la vida urbana.

En el momento de proyectar o leer el territorio debe darse un paso adelante para alcanzar nuevas metas. Tal como el carácter propio del espacio público contemporáneo, la propuesta que define una nueva categoría de elemento se basa en el análisis de las cualidades urbanas de nuestras ciudades y de algunos espacios discordantes que se pueden encontrar alrededor y que con frecuencia son de nueva creación.

No se puede renunciar a la validez de algunos proyectos nuevos porque no se entiendan o porque en un principio parezcan discordantes con la forma clásica del lugar. Seguramente el problema está en la capacidad de análisis que acostumbra utilizar herramientas conocidas, intuitivas y sobre todo históricas. Hoy se debe abrir el espectro y trabajar con instrumentos nuevos del siglo XXI, se han de introducir elementos de análisis más complejos como son la gramática y la morfología.

Como ya se ha indicado existe una cierta dificultad para describir la ciudad contemporánea si no se hace a través de algún símil donde se compare con alguna referencia útil pero normalmente reductiva. Se hace difícil realizar análisis rigurosos buscando interpretaciones hechas a través de una descripción física de los lugares urbanos. Hoy no se puede analizar únicamente a través de descripciones superficiales, donde la arquitectura de las edificaciones es el objeto principal, eso solo es válido para un turista accidental que por medio de fotografías de fachadas explica la ciudad.

La forma de la ciudad y su actividad vienen dadas por la superposición de muchos aspectos urbanos que se han de comprender pausadamente. Aunque la ciudad sea (y es) un hecho global, se debe partir de las piezas más pequeñas y de cómo estas se relacionan para llegar a entender el espacio resultante. Los lugares públicos son los auténticos elementos que hacen ciudad, sin ellos solo hay edificación y con frecuencia esta es suburbio. Se debe intervenir para integrar todos los elementos en un territorio que será la ciudad de hoy.

Saber escribir la ciudad

Se hace imprescindible saber escribir, es decir, trazar los sistemas de la ciudad. Sobre la geografía se han de proponer lugares coherentes que aporten estructuras formadas por elementos de composición. La historia urbana demuestra que solo así se tendrán espacios cualificados y que su ausencia, la falta de gramática, solo provoca errores que hacen ilegibles e inservibles los sistemas y los tejidos urbanos. Además se ha de tener una buena caligrafía para lograr la adaptación a la topografía del lugar, lo que será esencial, y en este saber hacer recae una gran parte del éxito urbano. La capacidad para modificar el sistema y adaptarlo al lugar es totalmente necesaria, no se puede pensar en escribir sin conocer la superficie; se ha de tener suficiente habilidad para saber adaptarse al medio, y a la vez, saberlo integrar al texto.

Con frecuencia la ciudad se ha mostrado contraria a esta idea, lo que puede ser válido en lugares pequeños y recintos, pero hoy de ninguna manera se debe ni puede abordar así; la ciudad es un hecho de ámbito metropolitano y por tanto se deben buscar sistemas reguladores sobre todo el territorio.

El trazado urbano ha de definir sistemas apoyados por los lugares que siempre serán espacios públicos de la ciudad. Lugares que determinarán centralidades y (o) direccionalidades y que siempre enriquecerán la estructura del conjunto de los tejidos. La proporción de los sistemas con todos los aspectos debe ser la adecuada y a la vez una de las herramientas capaces de relacionar la caligrafía del sistema con la arquitectura y el ciudadano. En el equilibrio de la ocupación del territorio se encontrarán aspectos fundamentales para la ciudad de hoy, como son la integración de la naturaleza, cosa que propondrá nuevos paisajes. Se debe buscar la diversidad de las formas urbanas a través de la ampliación de diferentes métodos para cada ocasión.

LA CIUDAD CONTEMPORÁNEA:

La ciudad contemporánea, genéricamente, es una ciudad extensa y amplia por lo cual en ella tiene cabida el uso de sistemas no unificadores, siempre teniendo en cuenta que lo global ha de estar íntimamente relacionado.

El movimiento en la ciudad es indispensable, es una garantía de buen funcionamiento. Los aspectos anteriores deben garantizar su fácil ejecución. No se puede confundir movimiento con capacidad de las infraestructuras, ya que estas, más que sistemas de desplazamiento serán partes del diagrama urbano, por tanto solo unos elementos más de la ciudad que definirán itinerarios.

Hay una confusión común en este tema. Parece evidente que la ciudad debe tener sistemas de infraestructura pero no es menos cierto que el desarrollo urbano no se ha de apoyar únicamente en estos. Los sistemas han de ser complejos y permitir integrar las diversas actividades urbanas. Se puede hablar, como mínimo, de tres niveles de infraestructura de ciudad si al referirse a sus cualidades de conectividad, la que facilita la accesibilidad metropolitana, la que da movilidad local o interna en la ciudad y finalmente aquella que mejora los sistemas más vecinales o de barrio. Solo a través de la correcta disposición de las redes y de su diagrama la ciudad tendrá capacidad para desarrollar sus actividades. La ciudad contemporánea está compuesta por espacios clásicos (figura 2) y nuevos lugares que se asumirán como referencias urbanas (figura 3).

Los recorridos propiciados por el movimiento deben tener puntuaciones, hitos urbanos, es decir, lugares significativos y adecuados. Estos serán los espacios más característicos de cada ciudad, los que frecuentemente le darán la imagen, pero también aquellos que serán la base del diagrama urbano. Serán auténticos espacios de composición y la relación entre ellos se hará a través de las redes urbanas, sistemas, que definirán “el tablero de juego” de la ciudad. Estos lugares principales tendrán a la vez una segunda función, la de ser los elementos capaces de establecer las reglas urbanas. Nosotros dependemos de ellos para comprender la ciudad y recordarla, solo así se podrá asimilar su contenido. A través del análisis de los espacios urbanos se podrá entender las partes más importantes de cada ciudad y se descubrirá cómo esta funciona, qué forma tiene y qué proyectos necesita.

El desarrollo de la ciudad siempre será lícito y bueno, si hay estructura de lugares públicos y si esta se mantiene unida adecuadamente con el resto del territorio. De todas maneras no se debe confundir desarrollo con crecimiento; las ciudades son organismos que siempre tienen un límite, y este se encuentra relacionado con el territorio del entorno y también, especialmente, con su propia forma. Rebasar, crecer por encima de este límite es un grave error que solo llevará hacia la marginalidad del suburbio aunque este sea ilustrado. Así mismo, las estructuras no tienen una extensión ilimitada, cada una de ellas tiene unas reglas precisas que dependen de los elementos que las conforman.

Una ciudad de hoy en día, estará formada normalmente por una amalgama de redes que se yuxtapondrán o se acoplarán y en su buena relación radicará la calidad urbana. Por tanto, la ciudad podrá tener formas diversas y pasar de espacios cóncavos a convexos con relativa facilidad si existiesen reglas suficientes para el equilibrio del sistema global.

El tablero de juego de la ciudad

Lo que se ha denominado como “tablero de juego de la ciudad” estará conformado por tres niveles que se sobreponen y que definen el conjunto urbano, así como sus actividades. Primero se tienen las centralidades, aquellos elementos capaces de, por su propio carácter, ser espacios urbanos generadores de actividad y tener forma propia. En torno a ellos se encontrarán, frecuentemente, los edificios más representativos y públicos de la ciudad. Al conjunto del espacio más el edificio se le denomina lugar urbano.

En segundo lugar en las estructuras, entendidas de una manera muy amplia, no se habla solamente de sistemas de conectividad sino de espacios frecuentemente dotacionales, aquellos que tienen capacidad para admitir todo lo que necesita la ciudad, que revinculan los elementos centrales y que dibujan el sistema.

El tercer nivel es el que conforman los tejidos, todo aquel espacio urbano que es la masa real de la ciudad, unas zonas que han sido generadas por el desarrollo de las actividades y las edificaciones que se encuentran en los entornos de los dos primeros niveles. Evidentemente, todo eso está situado sobre un elemento básico que es el territorio y su geografía.

La relación entre la ciudad y el territorio está regulada por una doble escala. El sistema urbano con el hombre es el primer conjunto que se debe proporcionar. Se hará a través de lugares públicos, si estos están presentes dentro de la ciudad y los sistemas se apoyan en ellos, por tanto hay que utilizar las plazas y las calles como piezas clave de la ciudad. El segundo enlace que se debe hacer es el del hombre, que vive la ciudad, con la naturaleza, este vínculo hoy es totalmente imprescindible.

Para conseguir este objetivo no hay que utilizar los parques como lugares puntuales dentro de los tejidos de la ciudad o enjardinar algunas plazas, sino que se habrán de utilizar otros métodos capaces de entender la naturaleza y la ciudad al igual que los campos. Las relaciones contemporáneas deseadas vendrán dadas por la introducción de los sistemas de la ciudad, aquellos que tendrán la capacidad de componerla.

La ciudad necesitará de sistemas compatibles y complejos pues la rigidez de los lugares es cada vez menos útil. Eso no quiere decir que haya que introducir espacios urbanos dudosos, todo lo contrario, se utilizarán con rigor las formas que se dominan y las que han demostrado capacidad urbana para representar su diagrama. Las estructuras finales del sistema urbano están hechas por los lugares públicos contemporáneos y sobre estos es donde caerá el peso urbano del tejido. La diversidad de métodos y sistemas es una obligación para la ciudad de hoy.

El diagrama de la ciudad

Los elementos de la ciudad componen un diagrama. La combinación de los primeros será regulada por la escritura, y esta por la gramática y la sintaxis. Pero en este caso, en la ciudad, será de vital importancia la caligrafía, ella es el método que se utilizará para representar, para trazar de manera idónea nuestro diagrama urbano. La caligrafía ha de ser entendida de una manera casi orientativa, como un sistema de dibujo que representa ideas a través de unos trazados que interpretan la realidad y que son plasmados en un soporte físico. Por tanto, se está hablando de un sistema ideográfico más que de un sistema lineal y reglado. Sin esta libertad de representación será imposible proporcionar con la globalidad de la ciudad, con la de sus trazados.

Desplazarse sobre un diagrama urbano es conocer la ciudad. Todo territorio puede ser representado por la cartografía, o por la fotografía o por múltiples medios, pero en todo caso siempre habrá representación. No se habla de una representación maximizada, el conocimiento de la ciudad no se basa en el dibujo completo de todos sus elementos, sino en una representación elemental de sus lugares capitales. Una vez hecho esto se hará un segundo paso que es el de conocer las reglas del juego que se han representado. Estas estarán vinculadas a las formas del diagrama pero también lo estarán a sus proporciones y sobre todo a los elementos principales del tablero de juego, las casillas urbanas, o lo que es lo mismo, los lugares de la ciudad.

La proporcionalidad, el equilibrio y la capacidad de movimiento serán imprescindibles en el juego del movimiento sobre la ciudad. El movimiento es el todo indispensable, y no puede ser cualquiera, ha de estar previsto dentro de los sistemas, de las trazas que se han representado. Por tanto, los movimientos principales estarán localizados en los itinerarios formados por las líneas que relacionan los lugares públicos. Finalmente la ciudad ha de garantizar la actividad para la que ha sido creada y además de eso ha de pasar a ser un territorio cualificado y sobre todo urbano, donde haya comprensibilidad, tanto en su globalidad como en cada una de sus partes.

Si hasta la fecha es válida la afirmación de que la ciudad se hace con plazas y calles, se considera firmemente que la ciudad del siglo XXI no puede seguir utilizando solamente instrumentos decimonónicos en su configuración. Hoy los lugares que se utilizan y que se proyectan son dinámicos y se incorporan al territorio con nuevas expectativas que incluyen la naturaleza y el tiempo como nuevas cualidades urbanas.

Proyectar con instrumentos clásicos tiene reglas precisas y frecuentemente conocidas por todos, ahora se tiene la capacidad de saber hacer una buena plaza, se dispone de herramientas suficientes para proyectar una calle y a fin de cuentas con la ayuda de un paisajista se puede hacer un parque urbano sin mayores complicaciones. Pero la cuestión importante ya no radica en la capacidad para crear lugares del pasado, si no en la voluntad para enriquecer la ciudad con elementos contemporáneos que definen lo que se denomina “el lugar difuso”.

Que quede claro que la difusión del lugar no tiene nada que ver con la confusión, la disgregación o la falta de ordenación. Un lugar difuso es un espacio claro, evidente y especialmente contemporáneo, es un lugar donde la naturaleza se incorpora a la ciudad con franqueza y donde se reinterpreta la voluntad del arquitecto en definir la ciudad. (Figura 4).


 
 
 

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